Boceto VII: carta de cumpleaños

escrito en un folio de color rosa que encontré en la buhardilla de madrugada


Querido papá:

No sé cómo empezar esto. Son las 7 am y acaba de amanecer; llevo toda la noche esperándolo. ¿Te hubiera gustado subir a la montaña a ver el sol nacer? A mí me hubiera encantado. En cuanto acabe de escribirte voy a despertar a todos y les voy a suplicar que me lleven a verte. Primero compraré claveles, como tú hacías cada vez que nos veíamos, y luego iré hasta ti y te dejaré esta carta escrita con mala letra y a lápiz. Espero que las lágrimas no me borren los sentimientos.

Escribiéndote me siento más tranquila, pero no sé como explicártelo. Que te hayas ido me ha cambiado la vida, pero aún así quiero que sepas que estoy persiguiendo mis sueños como a ti te gustaría; ojalá pudiese ver tus ojos iluminados de orgullo. Por mí. Ya nadie está orgulloso de mí. Echo de menos que me quieras, seguro que esta vez sabría valorarlo. También estoy siguiendo tus consejos, pero me cuesta mantenerme en pie. Recuerdo tus palabras y sé que tú lo aprendiste con el tiempo y el dolor, y que ahora es mi turno.

Hoy es tu cumpleaños y siento mucho no tener más que unas palabras y un par de flores, pero los pequeños detalles son los más importantes. Me está costando escribirte esto porque realmente me gustaría que lo pudieras leer, que sepas que me sigo acordando de ti cada día y que gracias. No sé en qué libro leí que sólo hay una manera de dar las gracias: como los vagabundos. Darte las gracias es todo lo que me queda. 

Esta noche he estado viendo los álbumes de fotos que hacías. Siento mucho haberte pedido que dejaras de fotografiarme, me encantaría tener muchas más. Siempre he sido muy egoísta contigo que me lo has dado todo. Ojalá pudiera expresar cómo me siento, pero parece que las palabras no son suficientes. Cómo es la vida, ¿eh? Ni siquiera en sí misma es suficiente.

¿Es todo allí como imaginabas? Aquí no. No soy feliz, papá. Me haces mucha falta, y me siento absurda por no haberte dicho tantas cosas cuando aún podía. El tiempo no es nada y lo es todo, por eso duele tanto. No sé lo que estoy diciendo, espero que me entiendas, no está siendo fácil. Pero, como tú, voy a seguir adelante, para poder algún día contarle mi historia a alguien que me entienda y me respete. Gracias por enseñarme tanto.

El yayo se acuerda mucho de ti, y Yenny, y mamá. Y yo. Luismi, tu mejor amigo, ahora casi es el mío: es como un familiar lejano al que sientes muy cerca. De parte de todos, te agradezco mucho lo que hiciste por nosotros, no se nos olvidará nunca.

Tengo que terminar ya, se acaba el papel. Que sepas que te perdono, que te quiero, que lo siento, que gracias y que feliz cumpleaños. Al menos lo hemos pasando cerca el uno del otro.



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