Reseña || Princesas, abejas y matemáticas, de David Martín de Diego

*Cómo llegó el libro a mis manos:
El libro se cruzó con mi mirada por casualidad en la biblioteca y, tras leer la sinopsis, no pude no llevármelo.

*Argumento:
Estamos ante un ensayo que aúna historia antigua, filosofía, literatura y matemáticas, siendo un libro que navega, como Odiseo, entre las verdades que la historia de la civilización y sus avances científicos nos han ido aportando. En sí, el libro consta de un prólogo, tres capítulos de ensayo, un capítulo extra y la bibliografía.


En el primer capítulo se nos cuenta la historia de Dido de Cartago, princesa fenicia que perdió la vida por el amor que sentía por Eneas, quien consiguió escapar de la guerra de Troya. Con Dido se plantea un problema matemático: el problema isoperimétrico. Dido, llegando hasta las costas del norte de África dijo que ella se quedaría con el terreno que ocupase una piel de res extendida. Gracias a su inteligencia, ésta cortó la piel en finas tiras y la unió a fin de formar una gran circunferencia, de más de dos hectáreas, con una piel de res. Así, en este capítulo, partiendo de un fragmento de La Eneida, se plantea un problema con más de dos mil años de antigüedad: la búsqueda de la curva cerrada, cuya longitud sea fija, que contenga el mayor área posible.





En el segundo capítulo se nos cuenta la historia de Helena, reina de Grecia, pero conocida por ser el motivo de la guerra de Troya, debido a su relación (y fuga/rapto) con Paris, príncipe troyano. Sin embargo, en la historia, Helena es una cicloide, que todo lo que tiene en común con la Helena de la literatura es su belleza y los conflictos que creó a lo largo de la historia. El autor nos habla de cinco conflictos creados por la cicloide: Roberval y Torricelli, Descartes y Fermat, el concurso de Pascal, la gran guerra del cálculo y la guerra mundial entre Newton y Leibniz. Todos ellos vivieron en base de la prueba y del error y nos han dejado un legado matemático precioso sujeto a los tintes históricos-filosóficos.



En el tercer capítulo entramos en el mundo de la inteligencia animal, concretamente, en la inteligencia matemática de las abejas. Ésta se aprecia en la construcción de sus panales, pues usan hexágonos. De esta forma se pueden apilar las celdillas de cera unas sobre otras sin perder espacio o tener espacios vacíos entre los panales, como ocurriría con otras figuras geométricas como los octógonos, además de ser la figura geométrica que más área ocupa (como nos cuenta el autor en el cuarto capítulo). 




En el cuarto capítulo, o apéndice matemático, encontramos unas explicaciones y ejemplos prácticos acerca de los números π (pi) y e, así como la importancia de los hexágonos y por qué éstos son mejores que otras figuras geométricas.

*Crítica:
Al ser un ensayo hay que tener en cuenta que su lectura no es la de una novela de literatura en la que se nos cuenta una historia con introducción, nudo y desenlace, sino que es una obra continua, una recta con un inicio y un final que debes conocer con antelación y sobre la que debes caminar cuidadosamente. A esto se le debe sumar el gran contenido matemático, pues los libros matemáticos no deben leerse sin consultar aquellos datos que no comprendas, o aquellos de los que quieras ampliar información. Por tanto, es un libro al que hay que dedicarle tiempo y paciencia.

El tono de la novela es informal, con recursos estilísticos que hacen de la lectura una experiencia amena hacia el lector, pero que, personalmente, a partir de la mitad de la obra se pierde. Si suponemos un porcentaje, además, el contenido matemático y el contenido histórico-literario es totalmente desproporcionado, pues la historia es el punto de inicio, el contexto, pero la narración es puramente matemática.

El autor facilita mucho la lectura introduciendo fórmulas (las cuales cree, en tono humorístico, el editor pasará por alto) y bocetos donde puedes comprender de forma más visual aquello que con la lectura no haya quedado tan claro como debería.

Me gustaría añadir el epitafio de Newton, citado en el libro, que nada de desperdicio tiene: 

¡Mortales, congratulaos de que un hombre tan grande haya existido para honra de la raza humana!

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