Reseña || Lo que aprendí de mi pingüino, de Tom Michell


*Cómo llegó el libro a mis manos: 

Compré el libro en la Feria del Libro de Madrid en 2016 por recomendación de unos amigos. Conocía la historia real por las noticias y artículos que había leído sobre ella.

*Argumento:


Tom es un inglés que decide marchar al Sur de América a trabajar en un colegio británico como profesor. Su sueño desde pequeño había sido viajar a Sudamérica, por lo que la oportunidad se pintó perfecta para él. 

Durante su estancia, paseando por la playa, encontró un pingüino que había llegado a la costa tras nadar a través de una mancha de petróleo. Dudoso se lo llevó al piso donde residía y allí lo limpió y le dio de comer algunos peces. La actitud del pingüino al principio era agresiva, hasta que vio que Tom sólo quería salvarlo: ahí todo cambió. Juan Salvador, que fue el nombre que le dio al animal, se convirtió en su mejor compañero.

Intentó soltarlo de nuevo en el mar, una vez que ya se había recuperado, pero el pingüino se negaba a irse (no puede irse sin otro de su especie, como descubrirá luego), por lo que decide llevárselo consigo al internado británico en el que trabajará.

Así, logrando cruzar el país y las aduanas con un pingüino en su mochila, llegó a su nuevo apartamento, instalando a Juan Salvador en la terraza. Como no quería causar molestias, le contó al equipo docente del centro su secreto, y éstos se lo tomaron con tal alegría que incluso permitieron que los alumnos se hiciesen cargo de él y se convirtiera en la mascota del equipo de rugby.
Juan Salvado (como habían acordado los alumnos que era más conveniente llamarlo) era amable con todos y disfrutaba de la compañía de los demás, quienes lo amaban y cuidaban todos los días.

Mientras Tom se iba de vacaciones solía dejárselo a María o a Luke, ambos amigos suyos. Pero durante la última vez que se fue de viaje, el pequeño animal murió, sin oportunidad de que Tom se despidiese de su gran confidente.

Años después regresa a Buenos Aires donde conoce el Mundo Marino, una asociación donde recogen animales afectados por los estragos de la suciedad del mar provocada por los humanos. Allí se encontrará con otros pingüinos, sintiéndose afortunado de la historia que pudo vivir.


*Crítica:

¿Cómo hacer de algo inverosímil algo que te atrape por completo? Tom Michell lo sabe. Acoge a un pingüino, se convierte en su mejor amigo, y te mete de lleno en la historia, sintiéndote abrazado por el pequeño animal. Así se hace, sí.

Siento que es una historia muy cálida en cuanto a los sentimientos que emana y al mismo tiempo es una lectura muy fresquita, por la ligereza de la escritura y los recursos narrativos del autor. Quizá me hubiera gustado saber más sobre geografía o historia económica-política del Sur de América, pues en el libro hablan de ello (a pinceladas) y seguramente hubiera disfrutado mucho más el libro; aunque no es un impedimento para nada.

Las ilustraciones son un punto muy bueno de la edición, además de las frases tan hilarantes que las acompañan. Una lectura que me ha hecho sonreír y llorar y de la que no me olvidaré nunca.


Citas destacadas:


-¿Cuáles son tus primeros recuerdos, María? -pregunté.Había descubierto que a la gente mayor le encantaba hablar del mundo que tenía en la memoria, y que se abría entonces, invariablemente, una cornucopia de prodigios.

Descubrí una bóveda celeste de un negro casi perfecto, en la que resplandece la Vía Láctea como si la mano de Apolo hubiera dado brochazos de pintura blanca en la cielo. Las estrellas de las constelaciones conocidas se perdían entre los centenares de miles de millones de estrellas de nuestra galaxia, que parecían todas visibles. Me llenó de asombro descubrir que en la Vía Láctea no hay, a simple vista, ninguna zona realmente oscura. Más allá del disco principal de la galaxia lucen en la oscuridad otras estrellas, con un brillo intenso y constante. 

Digamos, para no extenderme, que todos mis sentidos (el tacto, el oído, la vista, el gusto y el olfato) se estremecían por la electricidad de sensaciones totalmente nuevas. Pero eso había venido a América del Sur. Durante aquel momento, breve y rutilante, encontré mi Eldorado.

Nada hay tan complejo en los seres humanos como las tensiones entre el corazón y la cabeza: mis emociones eran por completo irracionales, pero supongo que si celebramos exequias solemnes es justamente para resolver estos conflictos. 

El dolor de la separación es el peaje que se cobra el destino a cambio de toda la dicha que nos procuran nuestros seres queridos.

La naturaleza odia el vacío.

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