Reseña || Bailando con elefante y gato, de Yoko Ogawa

*Cómo llegó el libro a mis manos:
Tras leer La fórmula preferida del profesor  en 2014 supe que quería leer más de esta autora. Vi anunciada su nueva obra en España y el título me atrapó: ni siquiera necesité saber sobre el argumento. En la Feria del Libro de Madrid (2016) lo compré finalmente.

*Argumento:
Little Alekhine es un niño de 7 años a quien la historia de Indira le apasiona: una elefanta atrapada debido a su gran tamaño en el ático de un edificio y a la cual explotaron como espectáculo hasta que murió. Además de sentir la compañía de este animal, siente muy cerca a la Momia, una niña que se quedó atrapada en un callejón muy estrecho entre dos viviendas, y con la cual conversa cada noche.
Un día Little Alekhine encuentra en la piscina del colegio un cadaver, que investigando le lleva hasta un autobús fuera de servicio en la residencia para conductores soleteros. En el pequeño espacio del autobús vive un hombre a quien Little Alekhine denomina "Maestro" junto a su gato Peón. Aquí el Maestro le enseñará a jugar al ajedrez, transmitiéndole un modo de vida que le acompañará siempre. 
Viendo el progreso del muchacho con el ajedrez, el Maestro le insta a presentarse a las pruebas de acceso del Club de ajedrez Pacific, de gran reconocimiento, pero le prohíben la entrada debido a su pequeña manía jugando: lo hace desde debajo de la mesa. 
El Maestro lleva una vida completamente sedentaria, lo que provocará su muerte. Para Little Alekhine supuso un trauma ver cómo debían sacar su cuerpo con una grúa porque era imposible sacarlo de otra manera. De esta forma se unen las tres figuras de mayor importancia para el niño: Indira, la Momia y el Maestro, todos atrapados.
Sin previo aviso, le llega a Little Alekhine una invitación para formar parte del Club de ajedrez de las profundidades oceánicas, pues su peculiar forma de jugar llama mucho la atención. Así, entra, y crean un muñeco al que llamarán Little Alekhine y quien será la mayor leyenda del Club. Allí conocerá a la Momia, la verdadera amistad, quien será la encargada de anotar los movimientos en el kifu. También probará a jugar el ajedrez humano, pero fue una experiencia tan desagradable para él que decidió llevarse el muñeco consigo y marchar. Una de las contrincantes le invita a ir a la residencia de ancianos Étude, donde se retiraron jugadores de ajedrez. 
En la residencia encontrará a personas que marcarán su vida, como la enfermera jefe (quien le recuerda al Maestro), el anciano de la maleta llena de recuerdos o la anciana dama, aquella señora que le invitó a ir allí, pero que debido a su enfermedad ya no recuerda nada: ni quién es Little Alekhine, ni cómo se juega al ajedrez. Desde la residencia mantendrá correspondencia con la Momia, movimientos de una partida de ajedrez, como si éste fuera una kifu.
Una noche dejaron la chimenea encendida con demasiada leña y la habitación dedicada a jugar al ajedrez quedó inundada por el humo. Dentro del muñeco autómata, Little Alekhine murió por la inhalación de humo. Murió atrapado, como Indira, como el Maestro. Ese mismo día la Momia se acercaba a la residencia para entregarle en mano su rendición ante la partida de ajedrez que jugaron a distancia.

*Crítica:
Zeus quería participar también en la reseña...
Las novelas de Yoko Ogawa me parecen increíblemente maduras. Rebosan de un estilo lírico muy pulcro y cuidado -aunque a veces pueda parecer repetitivo-, y además tratan sobre temas muy bien elegidos que permiten desarrollar la novela de forma fluida. La metáfora del océano del ajedrez y la profundidad vital de éste es una constante en esta obra. 
Hay algo que no sé cómo describir en sus novelas que me llenan de paz y de esperanza, pese a la tristeza general que transmite. Es algo que me marca y me crea un equilibro interior que ninguna otra novelista ha conseguido -y mucho menos con temas tan ajenos a mí como las matemáticas-. 
La ternura que guardan cada uno de los personajes, la profundidad con la que los crea, las uniones tan sutiles y tan fuertes que se crean entre los mismos... en pocos libros los he podido apreciar tan claramente, y me gusta que en cierto modo sea así, tan personal y tan único bajo mi perspectiva.

Sin embargo, tengo que admitir que dejé la novela a la mitad. La abandoné por la cantidad de recuerdos que me transmitía y que me impedía continuar leyendo. Hice un parón de casi un mes, pero regresé, me zambullí de nuevo en las profundidades del océano ajedrecístico y disfruté casi más que cuando empecé la lectura.

Bailando con elefante y gato me ha devuelto a la infancia. Mi abuelo, mi Maestro, me enseñó a jugar desde pequeñita en el jardín. Adjunto fotos y muero de vergüenza

24/06/2007 - 20:19 h.

*Citas destacadas:

¿No crees que la vida ajedrecística de un jugador está íntimamente ligada a quien le enseñó a jugar, que es tan inseparable como lo es una huella dactilar? -y mientras hacía avanzar el caballo a c3, añadió-: Lo que queda grabado una vez, no lo borra una vida entera. La huella única de esa persona, es diferente a la de cualquier otra. Aunque creas que juegas a tu manera, no puedes escapar de la sensación que te produjo por primera vez el tacto de las piezas, fundamento de tu visión del ajedrez. Tan impregnado estás de ese tacto como de tus propias huellas dactilares. Una huella valiente refleja un ajedrez valeroso; una huella pomposa, un ajedrez ostentoso; una huella serena y realista, un ajedrez sereno y cabal.

Crecer es una tragedia.

Quien tiene boca y la abre no dice más que cosa sobre uno mismo. Sobre uno mismo: yo, yo y yo. Como si uno mismo fuera lo más importante. Y, sin embargo, en el ajedrez no sirve de nada el "yo, yo, yo". Las palabras no valen para explicar lo que acontece sobre el tablero. Las inútiles palabras que salen de la boca para hablar de uno mismo son sólo garabatos sobre el tablero.

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