Boceto II: espérame

Leyendo sobre creencias orientales descubrí la idea del destino como hilo tejido entre dos personas, uniéndolas. Dos almas gemelas. El hecho que precede a nuestra existencia y que determina a quién conocemos, por quién sentimos y a quién amaremos por siempre. Leí artículos escritos por personas que habían conocido, finalmente, a quien sujetaba el otro extremo del hilo y, también, escritos por personas que cortaron el hilo con sus propios dedos. Yo jamás sería capaz de negarme al amor.

La magia de las creencias es que solamente puede verlas quien las siente latir en su interior más intensamente que a su propio corazón. Veía el hilo del destino en los lugares que visitaba: entre los edificios, sujetando ropas de cien colores, entre los postes de alta tensión de las carreteras comarcales, entre los caserones de las casas del pueblo, decorado con bombillas que, cada noche, jugaban a ser luciérnagas estáticas. El amor se alejaba de todo aquello, pues ni el tren más veloz podía alcanzar la rapidez de los sentimientos.

Durante días -y tardes, y noches- envié en varias direcciones, teniendo la fe ciega de que en alguna de ellas dormía, leía y sentía mi persona, el mismo mensaje: 

espérame
nuestro hilo está enredado
he contado más de quinientos nudos
mi extremo está roto
ojalá el tuyo mantenga, al menos, el dolor color
esto es una locura oriental
en mi mente huele a incienso

tú solo espérame


 (23 jul. 2016)

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