Reseña || Los Buenos, de Hannah Kent
*Cómo llegó el libro a mis manos:
No recuerdo exactamente cómo supe de este libro, quizá lo vi en instagram o en algún vídeo de youtube. Sin embargo, desde hace meses estaba muy intrigada con su historia hasta el punto de obsesionarme y no poder terminar otros libros hasta que hubiera leído éste, así que fui directa a la biblioteca a por él.
*Argumento:
Esta es la historia de tres mujeres en un valle de Irlanda en 1825: Nance Roche, Nóra Leahy y Mary Clifford.
Nance Roche es conocida en el valle por "tener el saber". El antiguo cura la apoyaba, ya que no sólo era curandera, sino también partera, lo que venía muy bien a la comunidad. Se dice de ella que ha tenido contacto con Los Buenos, con los espíritus, y que por eso sabe lo que hace. Sin embargo, el nuevo cura no está dispuesto a que el valle sigan viviendo las antiguas superticiones y eso supondrá un problema para la supervivencia y la reputación de Nance.
Nóra Leahy se ve abrumada ante la muerte repentina de su marido Martin, puess tiene que cuidar sola de su nieto Michéal (al que mantiene escondido) que no sabe ni hablar ni andar. Por este motivo contrata a Mary, para que le ayude con su nieto y con las tareas del hogar.
Mary Clifford forma parte de una familia pobre de Annamore, por lo que ella y sus hermanos buscan urgentemente un trabajo. Acepta el que le ofrece Nóra, pero cuando conoce a Michéal se da cuenta de que a ese niño le ocurre algo, que está enfermo. Desde el primer momento se mostrará reacia a la actitud que muestra Nóra ante su nieto.
Empiezan a ocurrir sucesos extraños que toda la gente del pueblo relaciona con el nieto de Nóra, pues creen que es un niño postizo/cambiado y Los Buenos se han llevado al verdadero. Ante toda la presión social, Nóra decide recoger ortigas para hacer reaccionar las piernecitas de su nieto, pero Mary, horrorizada ante el sufrimiento de Michéal, busca acedera, con la mala suerte de que cae al suelo, haciéndose daño. Nance Roche, la curandera, será quien la encuentre y le cure el tobillo. Mary le cuenta lo que estaba haciendo Nóra con su nieto y ambas parten hacia su casa.
Nance le dice a Nóra que su nieto podría ser un duende y que ella podría expulsarlo de su interior. Primero intentaron sacarle el duende con hierbas suaves, pero no hubo respuesta, y tras esto decidieron dale la dedalera, una hierba venenosa, todo ello guiadas por la superstición. Bañaron en dedalera a Michéal y le pusieron el jugo de la planta en la boca. El niño empezó a temblar y echar espuma por la boca. El ritual terminaba poniendo al niño en una pala haciéndole ver que lo echaban de la casa.
Durante los siguientes días Michéal estaba muy débil y Mary pensaba que se iba a morir. Sin embargo, Nóra Leahy estaba contenta pensando que le iban a devolver a su verdadero nieto. Cuando el "duende" no murió, Nota volvió a llevar al niño a Nance para que ésta le hiciera la última cura. Lo sumergerían en agua de confluencia donde el poder era tan intenso que expulsaría al espíritu. Para ello las tres mujeres y el niño tendrían que ayunar durante tres días y bañarlo en el río con la luz del amanecer, cada noche una de ellas lo haría desprovista de toda ropa.
En la tercera noche, cuando lo bañaba Nance, Michéal estuvo más tiempo debajo del agua, hasta que dejó de moverse y murió. Mary salió corriendo aterrorizada a casa de una vecina, mientras Nóra volvía a casa esperando volver a ver a su nieto, por si ya se lo habían devuelto, pero allí no había nadie. Nance enterró el pequeño cuerpo en un sitio cercano.
Las tres mujeres fueron llevadas a juicio, pero solo fueron juzgadas Nance y Nóra. Quedaron libres porque el jurado pensó que eran analfabetas y que no sabían lo que hacían. A su vuelta al pueblo, la casa de Nance había sido quemada y su reputación totalmente destruida.
*Crítica:
Desde el momento en el que leí la primera escena de la historia, supe que no podría dejar marchar ese libro sin terminarlo. El detalle con el que me conmovió el primer capítulo y al mismo tiempo me dejó el cuerpo revuelto fue el inicio de todo lo que vendría después: una tormenta emocional en el que nunca quedas indiferente. Desde nuestro punto racional del siglo XXI podemos ver que lo que hacen los personajes no es adecuado, pero este libro hay que leerlo desde la perspectiva de un valle alejado de todo, en la Irlanda profunda del siglo XIX. ¿Y qué encontramos? Supersticiones. Ese es el motor de la historia. Y lo mejor de todo es que la autora se ha documentado tan bien para contarnos un caso real de infanticidio que es imposible no dejarse llevar por la marea narrativa.
Personalmente, pensaba que todo iniciaría con el infanticidio. El punto fuerte, la bomba, llegaría pronto y el resto serían las consecuencias. Y esperaba, y esperaba. Hasta que se me olvidó y me di cuenta que la forma que tiene de narrarlo Kent es mucho más inteligente, porque te envuelve en una atmósfera completamente asfixiante de la que no puedes salir, al igual que le ocurre a las tres mujeres de la historia. Es brillante la forma en la que lo hace, los detalles, el folklore, el uso del espacio hasta convertirlo en un personaje más...
Voy a estar muy pendiente de todo lo que escriba a partir de ahora y de lo que ha escrito antes, pues esta es su segunda novela. En la primera, Ritos Funerarios, también nos cuenta un hecho real, y no os imagináis cuántas ganas tengo de seguir empapándome de su escritura.
Nance sabía que la única razón por la que le habían permitido habitar aquella choza húmeda entre la montaña y el bosque y el río durante más de veinte años era porque encarnaba lo que no podía comprenderse. Era la guardiana de los confines del mundo. El último himno humano antes de que todo fuera viento y sombras y el extraño rechinar de estrellas. Era un coro pagano. Una canción de otros tiempos.
<<Las personas siempre temen un poco aquello que desconocen>>, pensó Nance.
- Ya conoces el dicho, mujer. El camino al infierno está empedrado de buenas intenciones.
- Y el del cielo está bien señalizado, padre… -Nance sonrió-, pero mal iluminado.
¿Cuánto sufrimiento puede soportar una persona sin que algo se tuerza en su interior?
- La primera vez que vi a Johanna… -A Nóra le costaba hablar. Quería decir que con el nacimiento de Johanna había sentido un amor tan feroz que daba miedo. Que el mundo se había abierto en dos y su hija estaba en el centro-. Sí –dijo-. La quería.
- Igual que yo a mis hermanas.
Nóra negó con la cabeza.
- Es más que amor. Algún día lo entenderás. Ser madre es que te saquen el corazón y se lo pongan a tu hijo.
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