Reseña || Frankenstein, de Mary Shelley

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*Cómo llegó el libro a mis manos:
Todo empezó cuando varias personas a mi alrededor empezaron a mostrar interés por Frankenstein y decidieron leerlo para el #LeoAutorasOct. Yo, sin darme cuenta, me vi envuelta en esta obsesión literaria y decidí leerlo para el reto y para comentarlo con mis amigos. Fue una suma de casualidades maravillosa.

*Argumento:
Todo comienza con las cartas que Robert Walton le envía a su hermana. Él es capitán de un barco con intenciones de investigar la Antártida y es allí donde encuentra al Doctor Frankenstein. El Doctor le cuenta su historia desde que era niño cuando empieza a desarrollar interés por la ciencia. El punto clave es cuando ve un rayo caer sobre un árbol y en ese momento empieza a informarse sobre alquimia. En la adolescencia su padre le manda a la universidad donde deja de lado las ideas falsas de la alquimia y empieza a estudiar biología, anatomía, química. A partir de ahí se pone como objetivo crear vida inteligente a partir de cuerpos de difuntos y de animales. Se aísla por completo del mundo y utiliza como laboratorio una zona olvidada de la universidad, desarrolla una tremenda obsesión por cumplir su objetivo e invierte todo su tiempo en esa tarea descuidando su salud y sus relaciones personales. Cuando consigue terminar el cuerpo de su creación esta se despierta de repente a mitad de la noche, al ver a la criatura el doctor se llena de horror y de espanto rechazando totalmente a la criatura por su aspecto, huye de la universidad y pasa la noche fuera. A partir de ahí la criatura es abandonada mientras el doctor se refugia en la compañía de su mejor amigo y retoma las relaciones con su familia.

El doctor vuelve a casa y se refugia en la naturaleza para superar las secuelas de su obra cuando de repente aparece su hermano pequeño muerto y acusan a una amiga de la familia de confianza del asesinato. Mas tarde la criatura se presenta delante del doctor para confesar que él ha sido el autor del asesinato; decide contarle su historia de rechazo por los humanos y cómo acabó escondido en un cobertizo de una familia donde aprendió a hablar y aprendió sobre literatura e ideas políticas mediante los libros y las charlas que daba el padre de la familia. También es rechazado por dicha familia, provocándole un fuerte ataque de ira: destroza zonas enteras del bosque y más tarde quema la casa de la familia sin sus habitantes dentro. Al presentarse delante del doctor le explica la tremenda soledad y rechazo que siente, y le dice que su ira le perseguirá a no ser que éste cree a una criatura hembra que sea su compañera.

Esto le provoca un fuerte dilema moral al doctor y terribles daños psicológicos al pensar en volver a realizar la tarea que tanto dolor le ha causado. Vuelve a aislarse del mundo y empieza a a realizar su obra cuando, a mitad del trabajo, decide destrozar el cuerpo y todos sus avances delante de la criatura; ésta le acusa de traición y le dice que le caerá una venganza terrible.
La criatura vuelve a cometer asesinatos: la siguiente victima es su mejor amigo, de este crimen es acusado y encarcelado el propio doctor. Su padre le saca de la cárcel y decide refugiarse en el amor de su amada casándose con ella. La noche de la boda la criatura acude a su casa y mata a la mujer. En ese momento el doctor decide destruir a la criatura para que no cause mayores daños a los humanos, para lo que la persigue por todo el mundo.

El doctor muere en el barco del capitán y la criatura acude para ver su cadáver. Acaba contándole al capitán su profundo arrepentimiento, explicándole las razones de los asesinatos: le era imposible contener su ira en una soledad y un rechazo tan desgarradores. La criatura decide suicidarse en la Antártida como castigo por los actos tan terribles que ha cometido.   
Mary Shelley por Richard Rothwell

*Crítica:
Me parece importante destacar la relación que tiene esta obra con la vida de la autora, ya que su madre murió en el parto y esto trajo ciertas obsesiones para Mary Shelley.

Esta obra rompe principalmente con la idea que mi mente había creado sobre Frankestein y su leyenda, ya que ni Frankenstein es el monstruo, ni la historia es tan sencilla como se cuenta frecuentemente. De hecho, me parece maravilloso que en la historia la criatura no tenga nombre propio, sino una serie de apodos (el ser, el monstruo, la criatura), lo que enfatiza la pérdida de identidad desde mi punto de vista.
Además, se hace un énfasis en el desarrollo psicológico del doctor y la criatura, hasta el punto de llevar al lector hacia una única pregunta, ¿quién es el verdadero monstruo?
La clave de que este libro sea tan especial es que la autora es capaz de hacerte sentir identificado tanto con el creador como con la criatura, y es bello y duro a partes iguales.

Durante todo el libro las buenas intenciones y la bondad traen rechazo y muerte, lo que es bastante desesperanzador, ya que deja clara la naturaleza de las personas: rechazan a una criatura por su aspecto independientemente de las intenciones. Esto crea en ella emociones que no alcanza a comprender cuando se siente desamparado, en un mundo el que no comprende ni siquiera el porqué de su existencia. Esto se traduce en una crítica a la sociedad: es ésta quien corrompe a un individuo que, en su origen, es bueno por naturaleza.

El trasfondo de la historia es un mensaje claro: el deseo del ser humano de jugar a ser Dios. Esto plantea un dilema moral que llega hasta nuestros días con la Inteligencia Artificial.


*Citas destacadas:
¿Hay algo que pueda sorprender en un país donde la luz es eterna?

Soy demasiado impulsivo en la ejecución y demasiado impaciente con los obstáculos.

Es cierto que he reflexionado más y que mis sueños son más ambiciosos y magníficos, pero carecen de equilibrio (como dicen los pintores). Me hace mucha falta un amigo que tuviera el suficiente sentido común como para no despreciarme por romántico y que me estimara lo bastante como intentar ordenar mi mente.

Yo me deleitaba investigando los hechos relativos al mundo en sí, ella prefería las aéreas creaciones de los poetas. Para mí el mundo era un secreto que anhelaba descubrir, para ella era un vacío que se afanaba por poblar con imaginaciones personales. 

El secreto del cual yo era el único poseedor era la ilusión.

Los supervivientes somos los que más sufrimos, y para nosotros el tiempo es el único consuelo. No debemos esgrimir aquellas máximas de los estoicos de que la muerte no es un mal y que el hombre debe estar por encima de la desesperación ante la ausencia eterna del objeto amado.

¿Pero acaso no es un debe para con los supervivientes el intentar no aumentar su pena con nuestro dolor exagerado? También es un deber para contigo mismo, pues la tristeza desmesurada impide el restablecimiento y la alegría; incluso impide llevar a cabo los quehaceres diarios.

Mi único consuelo era la soledad; una soledad profunda, oscura, semejante a la de la muerte.

Cuando la mentira se parece tanto a la verdad, ¿quién puede creer en la felicidad?

Sin embargo, a base de grandes esfuerzos, y cuando ya había pasado en mi cobertizo varias lunas, aprendí el nombre de algunos de los objetos más familiares como fuego, leche, pan y leña. También aprendí los nombres de mis vecinos. La joven y su hermano tenían ambos varios nombres, pero el anciano sólo tenía uno, padre. A la muchacha la llamaban hermana o Agatha y al joven Félix, hermano o hijo. No puedo expresar la alegría que sentí cuando comprendí las ideas correspondientes a estos sonidos y pude pronunciarlos. Distinguía otras palabras, que ni entendía ni podía emplear, tales como bueno, querido o triste.
De esta manera transcurrió el invierno. La bondad y hermosura de estas personas me hicieron encariñarme mucho con ellas; cuando se encontraban tristes, yo estaba desanimado; cuando eran felices, yo participaba de su alegría. 

A veces deseaba desterrar de mí todo pensamiento, todo afecto; pero aprendí que sólo había una manera de imponerse al dolor y ésa era la muerte, estado que me asustaba, aunque no lo entendía.

Sentí revivir en mí olvidadas sensaciones de dulzura y placer que creía muertas. Medio sorprendido por la novedad de estos sentimientos, me dejé arrastrar por ellos; olvidé mi soledad y deformación, y me atreví a ser feliz. Ardientes lágrimas humedecieron mis mejillas, y alcé los ojos hacia el sol agradeciendo la dicha que me enviaba.

Su amistad era de esa naturaleza fiel y maravillosa que la gente de mundo se empeña en hacernos creer que sólo existe en el reino de lo imaginario.

Había nacido para ser feliz. Durante mi juventud nunca me había afligido la tristeza, y si en algún momento me sentía abatido, contemplar las maravillas de la naturaleza o estudiar lo que de sublime y excelente ha hecho el hombre conseguía interesarme y animarme. Pero no soy más que un árbol destrozado, corroído hasta la médula, y ya entonces presentí que sobreviviría hasta convertirme en lo que pronto dejaré de ser: una miserable ruina humana, objeto de compasión para los demás y de repugnancia para mí mismo.

Más de una vez la agitación que este recuerdo me producía les hacía temer a mis amigos que sufriera una nueva recaída. ¿Por qué se esforzaban en salvar una vida tan miserable y odiosa?

Nada hay tan doloroso para la mente humana como un cambio brusco y profundo. Podía brillar el sol, o las nubes ensombrecer el cielo; para mí ya nada podía volver a ser lo mismo que el día anterior. Un infame me había arrebatado todas mis esperanzas de felicidad. No habrá habido jamás criatura tan desgraciada como yo; suceso tan espeluznante es único en la historia del hombre.


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