Reseña || Penélope y las doce criadas, de Margaret Atwood
Desde siempre tengo un impulso a leer libros que no tengo pendientes. Veo un libro de reojo en la biblioteca, paseo por las estanterías en un rato muerto estudiando o encuentro cualquier título en el punto de intercambio. No me importa no saber nada de la trama o del autor/a, lo leo sin leer a veces la contraportada. Esto a veces me ha salido muy bien, como es este caso, o muy mal, como aquellos libros que aún trato de olvidar...
*Argumento:
Esta obra parte del relato épico narrado en la Odisea, aunque bebe de los escritos de otros autores, como Robert Graves. Con esto, Margaret Atwood crea la versión de la historia tal y como la vivió Penélope esposa de Odiseo.
Penélope se vio arrastrada a Ítaca para casarse con Odiseo, después de que su propia familia tratase de matarla arrojándola al mar. Ella no quería estar con Odiseo, pues tenía fama de mentiroso según las leyendas de su familia.
Tras el incidente de París y Helena, su prima, por la que siente un tremendo odio -se manifiesta durante toda la novela-, Odiseo debe partir a la guerra contra Troya, por lo que Penélope se queda sola al mando del castillo, cuidando de su hijo Telémaco. Lo único que ella sabe de su marido son las leyendas y rumores que corren de boca en boca.
Según pasaban los años, cada vez la esperanza de que su esposo volviera sano y salvo a palacio era menor, y cada vez mayor la cantidad de pretendientes esperando la mano de la reina (alcanzando más de un centenar). La estrategia de Penélope era la siguiente: sus doce criadas se infiltrarían entre los pretendientes, creando conflictos entre ellos, para que ella pudiera por el día tejer y destejer el sudario de su suegro Laertes por la noche sin levantar sospechas. Sin embargo, descubren que Penélope les ha mentido, y la presionan para que contraiga matrimonio con uno de ellos o matarían a su hijo.
Penélope plantea un reto: se casará con quien tense el arco de Odiseo, siendo consciente de que tan sólo él mismo podría hacerlo. Así, Odiseo, disfrazado de mendigo, lo consigue, y como venganza asesina a los pretendientes y ahorca a las criadas, por haber mantenido relaciones con sus enemigos (él no sabía que lo hacían bajo la orden de Penélope). Esto causó gran dolor en la reina, quien tuvo que volver a estar con Odiseo. Ya ninguno de los dos confiaba en el otro, todo era una gran mentira.
Penélope se vio arrastrada a Ítaca para casarse con Odiseo, después de que su propia familia tratase de matarla arrojándola al mar. Ella no quería estar con Odiseo, pues tenía fama de mentiroso según las leyendas de su familia.
Tras el incidente de París y Helena, su prima, por la que siente un tremendo odio -se manifiesta durante toda la novela-, Odiseo debe partir a la guerra contra Troya, por lo que Penélope se queda sola al mando del castillo, cuidando de su hijo Telémaco. Lo único que ella sabe de su marido son las leyendas y rumores que corren de boca en boca.
Según pasaban los años, cada vez la esperanza de que su esposo volviera sano y salvo a palacio era menor, y cada vez mayor la cantidad de pretendientes esperando la mano de la reina (alcanzando más de un centenar). La estrategia de Penélope era la siguiente: sus doce criadas se infiltrarían entre los pretendientes, creando conflictos entre ellos, para que ella pudiera por el día tejer y destejer el sudario de su suegro Laertes por la noche sin levantar sospechas. Sin embargo, descubren que Penélope les ha mentido, y la presionan para que contraiga matrimonio con uno de ellos o matarían a su hijo.
Penélope y los pretendientes (1912) |
Esta historia nos la cuenta Penélope desde el Hades, en el siglo XXI, con gran ocurrencia. Nos narra su opinión sobre el mundo actual, sobre el destino que deparó a Odiseo en sus múltiples vidas y el juicio que decretaron las criadas contra éste, buscando la justicia sobre su asesinato. Como no lo consiguieron, durante las distintas vidas que vivió el rey lo atormentaron sin descanso, haciendo que siempre tuviera una muerte cruel.
*Crítica:
No sabía muy bien qué esperar de esta novela cuando la empecé, pero la oportunidad que le di mereció la pena. Constantemente me ha recordado a una heroida, que son las cartas ficticias que escribió Odiseo simulando lo que las esposas de los héroes le escribirían a éstos (y si no recuerdo mal hay una de Penélope). No sólo me ha recordado por contar otra versión de la historia alternativa a la que conocemos por las obras clásicas, sino por el humor característico, ácido e hiriente. He disfrutado mucho las críticas a Helena y Menelao, hasta se me cayó una lágrima de la risa. Sin embargo, no me ha gustado ninguno de los personajes, a diferencia de lo que me pasa con las fuentes clásicas. Ni siquiera Penélope, me parece insufrible en esta novela, aunque me parece increíble cómo se desarrolla todo.
A pesar de todo, el punto son las doce criadas y su historia. El aura que hay alrededor de ellas es brillante y valoro mucho que Margaret Atwood haya incluido parte de "coro", simulando una tragedia griega. De hecho, debido a esta similitud con el teatro clásico, se ha representado en teatro contemporáneo:
No sabía muy bien qué esperar de esta novela cuando la empecé, pero la oportunidad que le di mereció la pena. Constantemente me ha recordado a una heroida, que son las cartas ficticias que escribió Odiseo simulando lo que las esposas de los héroes le escribirían a éstos (y si no recuerdo mal hay una de Penélope). No sólo me ha recordado por contar otra versión de la historia alternativa a la que conocemos por las obras clásicas, sino por el humor característico, ácido e hiriente. He disfrutado mucho las críticas a Helena y Menelao, hasta se me cayó una lágrima de la risa. Sin embargo, no me ha gustado ninguno de los personajes, a diferencia de lo que me pasa con las fuentes clásicas. Ni siquiera Penélope, me parece insufrible en esta novela, aunque me parece increíble cómo se desarrolla todo.
A pesar de todo, el punto son las doce criadas y su historia. El aura que hay alrededor de ellas es brillante y valoro mucho que Margaret Atwood haya incluido parte de "coro", simulando una tragedia griega. De hecho, debido a esta similitud con el teatro clásico, se ha representado en teatro contemporáneo:
The Penelopiad (2012) |
*Citas destacadas:
"Ahora que estoy muerta lo sé todo", esperaba poder decir; pero como tantos otros de mis deseos, éste no se hizo realidad. Sólo sé unas cuantas patrañas que antes no sabía. Huelga decir que la muerte es un precio demasiado alto para la satisfacción de la curiosidad.
¿Qué puede hacer una mujer cuando se extienden por el mundo chismes escandalosos sobre ella? Si se defiende, parece que reconozca su culpabilidad.
El agua no ofrece resistencia. El agua fluye. Cuando sumerges la mano en el agua, lo único que notas es una caricia. El agua no es un muro sólido, no te puede detener. Pero el agua siempre va a donde quiere, y al final nada puede oponerse a ella. El agua es paciente. Las gotas de agua pueden erosionar la piedra.
En una ocasión me dijo que todos teníamos una puerta oculta que conducía a nuestro corazón, y que para el era una cuestión de honor encontrar la forma de abrir esas puertas. Pues el corazón era a la vez llave y cerrojo.
Odiseo había construido una cama especial, uno de cuyos pilares estaba tallado de un olivo que todavía tenía las raíces en el suelo. De ese modo, decía, nadie podría mover ni cambiar de lugar aquella cama, y sería un buen augurio para los hijos que fueran concebidos en ella. Aquel pilar era un gran secreto: nadie sabía de él excepto el propio Odiseo, mi criada Actoris -pero ella ya había muerto- y yo misma. Si alguien se enteraba de la existencia de aquel pilar, decía Odiseo fingiendo un tono siniestro, él sabría que yo me había acostado con otro hombre.
En realidad, ¿con quién podía contar, aparte de conmigo misma?
Si el sudario era una telaraña, entonces yo era la araña. Pero yo no pretendía atrapar hombres como si fueran moscas: todo lo contrario, sólo intentaba evitar verme ligada a ellos.
Menos mal que los dioses no quería verme sufrir. Son todos unos falsos. (...) Lo que a los inmortales les encanta saborear no son la grasa y los huesos de animales, sino nuestro sufrimiento.
Siempre es una imprudencia interponerse entre un hombre y el reflejo de su propia inteligencia.
no nos dieron vozno nos dieron nombreno nos dieron elecciónnos dieron una carauna sola caracargamos con la culpafue injustopero ahora estamos aquínosotras también estamos aquíigual que tú
Sigo pensando que este blog debería ser un pequeño referente de la crítica literaria. Es un pequeño tesoro que más personas deberían conocer.
ResponderEliminarQue tú me digas esto es un honor enorme. Muchas gracias por todo el apoyo. Y por leer, siempre.
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